Desde épocas inmemoriales, miles son los relatos que testimonian los milagros de esta imagen y han trascendido hasta los lugares más remotos de la Argentina, inclusive, a países vecinos.
Antiguamente, quienes transitaban el viejo Camino Real, que unía a Buenos Aires con Cuyo, descartaban acampar de noche en lugares como el fortín de El Sauce (actualmente La Carlota) o el de la Comandancia de la Concepción de Río Cuarto, para pernoctar en la Reducción, por considerar que les ofrecía mayor seguridad por hallarse allí esa imagen milagrosa, ante la posibilidad inminente de ataques de indios o de malvivientes que azotaban la región, bastantes frecuentes por ese entonces.
Esta imagen es de tamaño natural; su cuerpo crucificado mide 1,83 cm. de alto, el largo de sus brazos extendidos es de igual dimensión y se encuentra posado sobre una cruz de madera maciza.
Como antiguamente era descendida de la cruz para los actos del Viernes Santo, tiene los brazos articulados con goznes de hierro, recubiertos con una especie de fuelles de cabritilla.
Según sostiene el Profesor Héctor Schenone, especialista en arte e iconografía colonial americana, y varias veces Director del Museo Colonial “Fernández Branco”, de la Capital Federal, el autor del Santo Cristo habría sido un filipino llamado Esteban Sampzon, que ejerció su arte en Buenos Aires y en la ciudad de Córdoba, en donde aún se conservan varias imágenes de su producción.
Su tipología corresponde a una imagen gótica tardía y data, aproximadamente, de fines del siglo XVIII, época en la que el Capitán Francisco Domingo Zarco, habría encargado su talla al maestro filipino.
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